Reconocer donde estamos para mirar al futuro con optimismo.
El pésimo resultado electoral obtenido por Izquierda Unida en las pasadas elecciones legislativas, exige de nosotros y nosotras una reflexión profunda sobre la situación de nuestro proyecto y sobre sus oportunidades en un nuevo contexto social y político.
Estamos convencidos de que las razones de nuestro fracaso son profundas pero creemos también que hay razones de “etapa política” para explicar una parte de los resultados.Comenzando por estos últimos aspectos, y en primer lugar, la dinámica bipartidista y el efecto acumulado del sistema electoral ha consolidado la tendencia al voto útil y ha convertido, en términos de representación, un mal resultado (un descenso del 20 por ciento de los votos) en un desastre sin paliativos (un solo diputado propio en el parlamento).
En segundo lugar, la atonía de la movilización social de izquierdas, esto es, la práctica ausencia de movilización social de izquierdas significativa frente a la gestión de Zapatero es un factor que genera dificultades adicionales en nuestra capacidad de representación política.
En tercer lugar, hemos de citar factores internos indiscutibles como la falta de tensión organizativa o los conflictos internos y también otros más sujetos a controversia como los aciertos o desaciertos en nuestra acción política desde la celebración de nuestra última Asamblea Federal.
Sin embargo, profundizar exclusivamente en estos elementos de análisis nos conduciría a no captar la auténtica dimensión de nuestra pérdida de influencia y, por tanto, a aplicar remedios erróneos o insuficientes para superarla.
Las cuestiones de fondo.
La reconstrucción de nuestro espacio político exige de nosotros y nosotras radicalidad en la interpretación y la propuesta. Y como decía el viejo Marx ser radical es ir a la raíz de las cosas.
En primer lugar, hemos de reconocer que conocemos mal nuestra sociedad y sus demandas y no hemos sacado conclusiones adecuadas de los cambios estructurales que han ocurrido en España en los últimos diez años. Nuestro esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias ha sido excesivamente pasivo y no nos ha servido para cambiar al nivel que los tiempos exigían.
Hemos subvalorado el efecto cultural de los cambios sociales y económicos producidos en los últimos 20 años y, especialmente, los que tienen que ver con el proceso de modernización en España. Reconozcamos que no conocemos bien nuestro país, que los sujetos sociales respecto a los que nos hemos referenciado han cambiado y que la socialización de las nuevas generaciones se produce en un espacio despolitizado y privatizado. En estas condiciones nuestra opción política sufre especialmente.
En segundo lugar hemos sido excesivamente temorosos a la hora de hacer el esfuerzo de cambio y modernización que exigían las condiciones que sí conocíamos. La evidencia desde 1996 reconocía que el tipo de electorado propio de IU era un/a joven, urbano, con formación media/alta y transversal en términos sociales y culturales. Y sin embargo eso no nos ha llevado a protagonizar con decisión procesos de renovación en la representación orgánica o institucional. No nos ha animado a modernizar nuestros lenguajes, a cambiar nuestra representación pública, a facilitar una vida interna amable con generaciones que se socializaban por vez primera en la política.
Hemos dicho mucho y hecho poco en relación con la feminización de nuestra organización. Habiendo sido abanderados de la igualdad, observamos que seguimos siendo una organización donde la representación pública y orgánica de las mujeres está claramente por debajo de lo imprescindible. Estas dos cuestiones: la renovación generacional y la feminización de nuestra política no eran cuestiones menores y el resultado es que los jóvenes y las mujeres han dejado de percibirnos como una fuerza joven y de cambio.
En tercer lugar, este período de diez años ha mostrado las dificultades de la movilización social de la izquierda y su articulación política. Aún no hemos ofrecido una buena explicación a una pregunta inquietante: ¿Por qué el período más importante de movilización social en nuestro país (justo antes de derrota del PP en las elecciones de 2004) se saldó, sin embargo, con un ligerísimo incremento de la densidad organizativa y afiliativa de la izquierda social y política? ¿Por qué no se tradujo en activismo regular el compromiso de miles de jóvenes en las movilizaciones contra la guerra de Irak, contra la LOU etc? Obviamente, porque han cambiado sustancialmente las condiciones de la movilización y su relación con la representación política. Pero esto no explica suficientemente las cosas y sin esa explicación de fondo reconozcamos que tenemos un problema a medio y largo plazo.
En cuarto lugar, arrastramos un problema que debe ser, en primera instancia, correctamente identificado para generar, después, una estrategia de medio y largo plazo. Se trata de nuestra relación con el PSOE. Resulta casi inevitable ya, dedicar en nuestros órganos de dirección casi tanto tiempo a hablar del PSOE como a hablar de nosotros/as mismos/as. Una parte de la organización es incapaz de sustraerse a ubicarse políticamente y reconocerse identitariamente solo en relación con los movimientos, cambios y propuestas del PSOE. Esta lógica de subordinación ha producido graves problemas de posicionamiento en momentos anteriores y hace difícil construir una identidad propia.
No es problema de perfil es problema de identidad. Y pensamos que IU arrastra un problema de identidad, esto es, de poder ser explicado en términos de lo que Izquierda Unida es, no de lo que propone o representa. No hay ninguna duda de que IU está situada en la izquierda política y claramente a la izquierda del PSOE. Ahora bien, es menos evidente lo que IU es y las viejas formulaciones fundacionales han agotado ya sus capacidades de caracterizarnos.
Parece evidente, por otra parte, que hay movimientos de fondo que son adversos a nuestro proyecto y que explican que la izquierda alternativa se encuentre en retroceso, salvo excepciones, dentro del contexto europeo.Las recientes elecciones italianas son muy elocuentes pero, desgraciadamente, no constituyen un caso aislado.
En quinto lugar, no ha sido fácil y no hemos sabido construir una agenda propia y, probablemente, nos hemos insertado deficientemente en la agenda que los otros construían.
El conflicto en torno al eje nacional que ha confrontado a nacionalistas españoles y nacionalistas sin estado nos ha dificultado para construir un perfil propio y singular. Nuestra opción federal, nuestro compromiso por una España plurinacional, debería haber planteado con más determinación la defensa de un país plural con la búsqueda de lo común. Nos ha faltado seguridad para articular un discurso con capacidad de ubicarse en el espacio entre la confrontación de diferentes nacionalismos. Muy a menudo nos hemos visto atrapados en una tenaza que ha ahogado nuestra voz propia.
Por último, la gestión de la pluralidad en IU está siendo un asunto enormemente complejo y difícil. Si por un lado podemos reivindicar nuestra condición democrática en relación con el resto de partidos (parlamentarios al menos), por otro, la percepción de una bronca inacabable en IU nos ha perjudicado seriamente. Está justificado el desacuerdo, es razonable la expresión de desavenencias, pero resulta simplemente carente de crédito una organización que solo transmite tensiones internas, que dedica una parte sustancial de su tiempo a buscar el enemigo interno; donde una parte de la organización presupone en los otros la traición y alienta comportamientos desleales.
Una buena parte de nuestras energías y nuestro crédito se han ido por el agujero del conflicto interno y solventar esto será esencial para recuperar crédito y la confianza de nuestra base social.
El legado de nuestra historia
Por otro lado, hemos de considerar que leer correctamente nuestros resultados del 2008 implica necesariamente observar la evolución de dichos resultados desde 1986 hasta la fecha.
Izquierda Unida se constituye aquel año en el marco de una convergencia política y social que, fundamentada en profundas razones estratégicas, también pretendía responder a los errores y debilidades de un Partido Socialista que, cuatro años antes (con 202 diputados) había amenazado con monopolizar la representación política de la izquierda.
El devenir electoral de IU desde entonces señala una tendencia inequívoca: nuestro espacio electoral se agranda o empequeñece en relación inversa a la del PSOE. Sus aumentos se traducen en derrotas para nosotros y nuestros aumentos han estado asociados siempre a descensos de sus resultados, especialmente en la época negra del Felipismo.En efecto, el resultado de la legislatura más negativa para el Partido Socialista (la de 1993 a 1996) había sido un ligero descenso electoral de este partido, un incremento aún más ligero del voto a IU (de aproximadamente un punto)… y la victoria del PP.
La denuncia permanente del felipismo no había dado pie a nada parecido al sorpasso ni, lo que era aún peor, tampoco había dado pie a una nueva situación donde las políticas de la izquierda transformadora estuvieran más presentes. Muy al contrario, nuestro cénit electoral coincidía con un nuevo ciclo político conservador en el que se iba a producir una pérdida progresiva de nuestro apoyo electoral que no ha cesado hasta el momento presente.
No es necesario ensombrecer este análisis recordando que nuestra pésima situación actual no coincide con la de un PSOE arrollador como el de 1982 sino con la de otro que no goza siquiera de mayoría absoluta.Por tanto, parece claro que deberíamos rechazar por inútil cualquier hipótesis de trabajo que pretendiera centrar la salida a la actual situación en los posibles réditos electorales que nos pudiera otorgar el previsible giro al centro que el PSOE dará en la actual legislatura o en sus dificultades para afrontar la crisis económica.
Con más razón aún, tendríamos que considerar inútil cualquier pretensión de solucionar nuestros problemas en base a nuevas recomposiciones y componendas entre los poderes hoy existentes en IU o “venciendo”, cuando no excluyendo, a cualquiera de las familias o sensibilidades que hoy conviven en nuestra organización.
Por último, tampoco aparece como particularmente útil lo que no sería más que una variante de la solución anterior: reducir el debate a poner el acento en lo rojo, en lo verde, en la cohesión federal o en la soberanía de las federaciones. Los debates planteados en torno al peso específico de nuestras diferentes señas de identidad no suelen llevar a ningún sitio razonable y no suelen hacer otra cosa que ocultar piadosamente simples disputas por el poder.
La izquierda alternativa ha de ser necesaria e inequívocamente roja, verde, feminista, pacifista, federal, internacionalista y republicana, y no son juegos de alquimia sobre dichos conceptos lo que nos ha de sacar del atolladero.
La solución a nuestros problemas vendrá de una reflexión en positivo que coloque la Política en mayúsculas en el primer plano de nuestras preocupaciones; vendrá de un giro hacia la política y hacia la gente; vendrá de hacernos cómplices de y útiles para aquellos sectores sociales a los que decimos querer representar.
Esta debería ser una convicción compartida por todos y todas: la solución a nuestra situación actual está en volver a hacernos útiles políticamente hablando, esto es, volver a recuperar la confianza de los sectores sociales y electorales que en diferentes momentos han confiado en nosotros. Reivindicar la política, el programa del cambio, la solución a los problemas, es ubicarnos, nuevamente, en el espacio en el que se reconoce no solo nuestra identidad, sino también la utilidad de nuestras propuestas.Entramos en un ciclo económico recesivo que promete ser grave y con severas repercusiones para importantes sectores populares. Este es el escenario en el que tenemos que hacer valer nuestras propuestas y nuestra política.
En definitiva, defender los valores y principios fundacionales de IU con eficacia y posibilidades de éxito requiere una revisión crítica y a fondo de nuestra propuesta política, de nuestro discurso, de nuestra agenda de prioridades, de nuestra manera de organizarnos y de nuestra manera de relacionarnos con la sociedad.
HACIA UN PROYECTO CONSTITUYENTE PARA UNA IU ABIERTA
No tenemos dudas de la existencia de un espacio político propio y viable para la izquierda alternativa. Tampoco tenemos dudas sobre el hecho de que este espacio pide una representación genuina y específica.
Partiendo de esta base, IU tiene la necesidad de dar por cerrado el ciclo político que inició con su propia acta fundacional e iniciar otro proceso de convergencia política y social que culmine en su propia refundación. Es un proceso constituyente que debe permitir a IU reencontrarse con su base social, ampliarla, encontrarse con otras expresiones de la izquierda alternativa y, en ese proceso, construir una nueva cultura política organizativa.
Una formación capaz de afianzarse en la sociedad y en el electorado con un programa y un discurso propio, ilusionante, inteligible y netamente diferenciado. Una formación, en fin, capaz de impulsar con eficacia los valores y los principios a los que siempre hemos intentado servir.
No se trata de partir de cero. No podemos subvalorar, en primer lugar, la existencia del millón de votos cosechados en las pasadas elecciones generales, ni los miles de concejalas y concejales, centenares de alcaldes y representantes en los parlamentos y gobiernos autónomos de la izquierda alternativa en toda la geografía del Estado Español. Se trata de un capital importantísimo con el que hay que contar y del que hay que partir para reconstruir una nueva Izquierda Unida. Y aún menos de olvidar nuestra pasada historia para reinventarnos. Hemos de reivindicar con orgullo el papel que IU ha jugado y sigue jugando en la política española
• una inquebrantable voluntad de compromiso con los abajo, compartiendo con ellos/as sus dificultades y luchando junto a ellos/as por sus aspiraciones.
• un convencimiento firme de que somos y queremos ser una izquierda alternativa y de transformación, esto es, el horizonte de nuestro proyecto es la superación del capitalismo y la construcción de una sociedad alternativa a la que nos gusta seguir llamando socialismo.
• Un acuerdo sustancial con la idea de que la izquierda transformadora es y seguirá siendo plural y diversa en lo cultural, en lo político y en lo ideológico y que por tanto, la gestión de la pluralidad para que esta sume y no reste es esencial para la propia credibilidad del proyecto.
• Un compromiso con la apertura social y política. Esto es, el reconocimiento de que hemos sido más y mejores cuando hemos mirado hacia fuera y nos hemos ocupado y preocupado de ser útiles a los de abajo y los hemos tenido en cuenta.
Este patrimonio nos pertenece a todos los hombres y mujeres que hemos formado parte de IU ahora o en algún momento y son los pilares sobre los que montar una nueva izquierda unida.
Pero para emprender este viaje hace falta un segundo reconocimiento: IU no representa hoy en exclusiva el espacio social y político de la transformación. No somos la única voz autorizada para hablar en nombre de los excluidos, de los que quieren cambios, de los que denuncian este sistema y de los que quieren cambiarlo.
Este ejercicio de humildad es el que se corresponde con lo que dice la realidad que está pasando en nuestro espacio social y político. Pero este reconocimiento está lejos de ser un límite para nuestro proceso de cambio. Antes al contrario, es y debe ser un acicate y un impulso para asegurar que cumplimos una tercera condición en este proceso: para la nueva Izquierda Unida falta mucha gente y no debiera sobrar nadie. Nuestro esfuerzo debe estar dirigido a convencer a miles de la necesidad de comprometerse en este proyecto y menos, mucho menos, en tratar de diseñar el enemigo interno adecuado para venideras batallas.
Si esto es así, reconocemos la necesidad de abrir ese proceso que posibilite una nueva convergencia social y política para un nuevo proyecto transformador. No debemos pensar en cómo hacer para que vengan a nosotros/as, debemos preocuparnos por cómo hacer para llegar a ellos/as.
La próxima Asamblea de IU debe significar el punto de arranque de este ilusionante proceso y debe asegurar un grado de compromiso interno que facilite este impulso y una dirección amplia de este proceso.
EN LA NUEVA ETAPA DE IU: UNA ORGANIZACIÓN ÚTIL PARA LA CIUDADANÍA Y LA TRANSFORMACION DE LA SOCIEDAD
Como decíamos anteriormente, la construcción de un nuevo sujeto político no ha de menoscabar nuestro compromiso con los principios y valores que han caracterizado a Izquierda Unida: la superación del sistema capitalista, la sostenibilidad, el feminismo, el republicanismo, la federalidad, el pacifismo, la radicalidad democrática…
Muy al contrario, de lo que se trata es de servirlos de una manera más útil y eficaz.
Para ello, debemos construir una formación política plenamente autónoma con una propuesta, un discurso y un perfil propios. Una organización que entienda, además, que nuestro espacio no es, simplemente, la corrección por la izquierda de la socialdemocracia o un espacio equidistante entre el PP y el PSOE.
Poseemos nuestra propia identidad, nuestro propio espacio y nuestras propias ideas. Pero para que estas sean fértiles deben ser abonadas en la sociedad, no encerradas en nuestro espacio. Mezclémonos, dejémonos contaminar por el resto de ciudadanos y ciudadanas, para aprender. Debemos ser capaces de simpatizar con quien nos acompaña. Para ir rápido mejor solo; para ir lejos, acompañado.
Nos reconocemos en las aspiraciones tradicionales del movimiento obrero, en su lucha por la igualdad y por la mejora de las condiciones de vida. Seguimos considerando parte esencial de nuestro proyecto de cambio las reivindicaciones del ecologismo político, del feminismo y del movimiento por la paz.
Reconocemos igualmente, el hecho de que, incluso en sus actuales horas bajas, el movimiento alterglobalizador ha planteado una nueva agenda y una nueva dimensión de los problemas y las alternativas.
Necesitamos incorporar una dimensión abiertamente republicana de nuestro ideario. Y eso significa no solamente un compromiso con un modelo de estado, es mucho más que eso. Es afirmarse en una nueva cultura de la democracia y la representación política. Es un nuevo ciclo de reconocimiento de derechos, sociales y políticos. Es luchar por un nuevo tipo de estado, plurales, abiertos, participativos, ciudadanos.
Somos la izquierda intercultural, que está convencida de la creciente e irreversible multiculturalización de nuestros países y busca hacer este proceso inclusivo y armonioso.
En fin, no tenemos dudas de donde están los vectores de la transformación. Pero el cambio debe ir mucho más allá de una simple enumeración retórica de palabras. Lo que somos y queremos ser debemos demostrarlo con nuevas prácticas, nuevas lógicas internas y una nueva visibilidad institucional.
Ser diferente es fácil, lo difícil es ser diferente porque se es más atractivo. Para conseguirlo, necesitamos estar más atentos a la sociedad y sus demandas.
Hemos de seguir impulsando la movilización social y hemos de privilegiar la lucha ideológica. Pero también hemos de saber desenvolvernos en la sociedad realmente existente, incidir en ella eficazmente sin refugiarnos en la coincidencia complaciente con sus sectores más próximos a nosotros.
La izquierda alternativa no ha de ser una izquierda con vocación marginal o minoritaria. Hemos de hacer un discurso inteligible y atractivo para la mayoría de los ciudadanos. Debemos elaborar una propuesta política y programática que sea a la vez ambiciosa y creíble, ilusionante y realista. Hemos de poner las necesidades reales de la ciudadanía en el eje central de nuestro discurso; hacer converger nuestra agenda con la agenda de aquéllos a quienes queremos representar; acabar con el divorcio entre el discurso político y el discurso ciudadano.
Es necesario renovar nuestro lenguaje, nuestra representación pública, nuestra manera de hacer política, para convertirla en algo asequible y atractivo para los grupos sociales que queremos representar
La política institucional ha de ser laica y tener como eje exclusivo el servicio a los ciudadanos. La gente nos vota para que hagamos mover las cosas en la medida de nuestras posibilidades y en la dirección correcta. No lo hace ni para que nos dejemos abducir o ningunear por otras opciones ni para que, en base a razonamientos más o menos sofisticados, acabemos remando en la dirección opuesta a sus expectativas.
Debemos desterrar para siempre la relación de amor y odio que hemos mantenido con el PSOE – síntomas diversos de una misma subordinación a su proyecto - para mantener una relación de tú a tú, que administre con igual tranquilidad las coincidencias y las discrepancias.
UNA NUEVA ORGANIZACIÓN, UNA NUEVA MANERA DE HACER Y DE ESTAR
Construir un tercer espacio político de referencia
La izquierda alternativa necesita construir su propio espacio de representación y para este propósito IU resulta esencial. No obstante, reconozcamos que no somos hoy los únicos en ese ámbito y que la situación exige audacia para acordar con otros (colectiva e individualmente) la reconstitución de ese espacio.
Eso exigirá paciencia, iniciativa y voluntad de acuerdo. Estamos proponiendo un proceso social y político de articulación de la izquierda alternativa lo que incluye todo un catálogo de opciones y posibilidades. La idea central es: necesitamos recomponer la relación entre la base social, cultural de la izquierda crítica y su representación política.
Una nueva organización para una nueva IU
Nada cambiará si cambian sólo las palabras. Si el resultado de nuestra deliberación es que cambia todo en el papel pero nada en la organización, habremos, una vez más, malogrado una oportunidad.
La nueva IU debe tener una nueva estructura organizativa, cuyo diseño debe obedecer a un imperativo esencial: el máximo de democracia, el máximo de transparencia, el máximo de utilidad política. Debemos ser innovadores en la aplicación de procedimientos de democracia participativa que hagan de IU una organización abierta, plural, amable y deliberativa.
Las propuestas deben favorecer que la organización sea de los afiliados/as de IU, las prácticas deben contribuir al “empoderamiento” de las bases de IU. En este aspecto la máxima radicalidad democrática debe ser el modo de garantizar el máximo compromiso.
No tenemos, en este punto, más límites que nuestra imaginación.Precisamos una nueva manera de gestionar la dirección de IU: máxima responsabilidad, direcciones colegiadas, transparencia organizativa.
Debemos intentar recuperar elementos que nos caracterizaron en su momento y que no tuvimos el coraje de aplicar con resolución: rotación de cargos; limitación de permanencia; incompatibilidad de funciones; etc…
Una nueva cultura de la pluralidad
Tenemos que sacar conclusiones de la pasada etapa, del encanallamiento de nuestra vida interna y de sus consecuencias. La lógica gobierno-oposición en la vida interna de IU se ha llevado una buena cantidad de energías productivas y ha invitado a marcharse a su casa a miles de buenos afiliados/as.
Hay que innovar organizativamente para hacer posible una gestión de la pluralidad y del conflicto que sume y que no reste; que socialice lo diverso sin excluir; que no anule lo distinto, sin confrontar.
En este punto, si pensamos en los que no están, en los que imprescindiblemente necesitamos para refundar este proyecto concluiremos en que el problema pasa por gestionar una mayor complejidad. En la IU actual sobra confrontación y falta pluralidad social, cultural y política que no está con nosotros/as.
Necesitamos una Carta del Funcionamiento Interno, un acuerdo político que regule nuestros conflictos y convierta a IU en una organización atractiva, orientada a la práctica, entretenida en los debates que preocupan a la ciudadanía y con capacidad de propuesta y de respuesta.
Un nuevo modelo federal: privilegiar lo común, incrementar la corresponsabilidad federal
Izquierda Unida es una organización que colocó desde el comienzo la defensa de un Estado plurinacional y una propuesta federalista en el frontispicio de su proyecto. El devenir político de los acontecimientos en nuestro país nos ha ayudado a aquilatar mejor la importancia de este hecho. Probablemente, hoy más que ayer tiene sentido la defensa de un espacio que defendiendo lo diverso reclame también lo común. Que no tema de lo plural y que se empeñe en mejorar aquello que integra y que no excluye. Nuestro proyecto no es subordinado, en esta materia, de ningún tipo de nacionalismo –sea este periférico o central- y puede contribuir a ofrecer una perspectiva nueva en momentos en los que se agudiza la lógica centralización-separación.
Una nueva IU tiene sentido como proyecto estatal diferenciado y da valor añadido a las organizaciones federales de IU. Esto es un convencimiento compartido. El otro, la mejor organización federal posible debe construir una nueva cultura de la federalidad. Esto significa, respetar el principio cultural de la pluralidad de poderes, pero también la gestión de lo común, basado en la corresponsabilidad federal.
Es el momento de fortalecer los mecanismos de coordinación, de preocuparse por buscar la coherencia de nuestras propuestas, en el buen entendimiento de que eso nos hará más creíbles y mejorará nuestras expectativas en todos los lugares.
En el centro, la política
Izquierda Unida ha construido sus mejores momentos cuando ha vinculado sus discursos a la realidad de las gentes, cuando ha intentado dar respuesta a los requerimientos de la ciudadanía. Este es un momento propicio para afirmarnos en esas circunstancias, para que IU recupere espacio y legitimidad poniendo en primer plano sus propuestas en una situación de crisis e incertidumbre.
Creemos que las 31 medidas para un cambio de izquierdas que defendimos en las pasadas elecciones son un excelente resumen de prioridades con el que nos identificamos y que consideramos vale la pena defender en este momento recesivo del ciclo y en esta nueva etapa política.
Igualdad social y mejores servicios públicos
1. Aumento del SMI hasta los 1.100 euros, ninguna pensión contributiva por debajo de los 800, ninguna no contributiva por debajo de los 600. Presentar en el Congreso una Ley de Renta Básica.
2. 1 punto de aumento del PIB en gasto social en cada Presupuesto de la nueva legislatura, para converger con la UE. Recursos suficientes para financiar la Ley de Dependencia.
3. Ley de 35 horas de trabajo. Plan de choque contra la siniestralidad laboral hasta alcanzar los niveles de la UE. Pobreza 0: prioridad en la lucha contra la pobreza y la exclusión.
4. Presentación en el Congreso de un Plan de lucha contra la precariedad, acordado con los sindicatos. Reducción en un 50% de la precariedad en las Administraciones Públicas.
5. Reforma de la Ley General de Sanidad: plan contra las listas de espera; gestión pública de hospitales; Plan estatal de asistencia primaria; regulación de la eutanasia y los cuidados paliativos.
6. Ley que garantice el derecho subjetivo a la vivienda y calendario de aplicación.
7. Ningún alquiler o pago hipotecario por encima del 30% de la renta familiar. Parques públicos de vivienda en alquiler. Limitación para el tiempo de pago de una hipoteca. Crear un Cuerpo de Inspectores de Urbanismo dependientes de la administración central.
8. Generalización de la educación hasta los 18 años. Garantizar el acuerdo para la creación de 300 mil plazas públicas infantiles en el primer ciclo de educación infantil. Carácter subsidiario de los conciertos existentes respecto de la red pública. Ningún concierto donde hay plazas públicas suficientes
Una política económica justa y redistributiva
9. Plan de choque de renovación de infraestructuras: ley de movilidad sostenible, apoyo al ferrocarril de cercanías.
10. Plan de lucha contra el fraude fiscal: Impuesto de sociedades del 35% para el sector financiero; reducción del IVA de los productos básicos de consumo; reforzamiento de la progresividad en el IRPF.
11. Impuesto especial sobre beneficios extraordinarios para las empresas financieras. Creación de una Dirección General para el control de la inflación.
12. Apoyo presupuestario a la investigación y el desarrollo hasta converger con la UE. Ley del Consejo estatal de la Ciencia y la Tecnología. Reforma del canon digital.
Todos/as ciudadanos/as
13. Reconocimiento del derecho a voto a los 17 años. Aprobación de una Ley de Política integral de juventud que intervenga sobre: vivienda, mejora de la educación, empleo.
14. Ley de plazos de la interrupción voluntaria del embarazo.
15. Creación de un Ministerio de la Mujer. Plan de choque estatal contra la violencia de género.
16. Ley de Creencias Religiosas, que consagre el principio de separación Estado-iglesia, que asegure la financiación privada de las Iglesias en nuestro país y que ofrezca igualdad de oportunidades a las distintas confesiones religiosas consolidadas en nuestro país. Izquierda Unida promoverá con carácter inmediato la revisión de los acuerdos con la Iglesia Católica firmados en esta pasada legislatura por el Partido Socialista. Reglamento laico en ceremonias civiles.
17. Replantear el actual modelo migratorio, Elaboración de una Ley de Derechos y Libertades de los Extranjeros en España. Reconocimiento de derechos de sufragio para los nacionales de terceros países en determinadas condiciones.
18. Creación de una Ley Integral contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género.
19. Creación una Fiscalía especializada en las violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario durante la Guerra Civil y el régimen franquista. Declaración de nulidad radical de todas las condenas, sentencias y resoluciones dictadas por los tribunales franquistas a propuesta de la Fiscalía.
Un programa ecológico para cambiar nuestro modo de producir, consumir y vivir
20. Por la sostenibilidad ecológica: prioridad en la lucha contra el cambio climático. creación de una Vicepresidencia del Gobierno sobre la sostenibilidad.
21. La tramitación en el primer año de legislatura de las Leyes de Movilidad Sostenible y la revisión del PEIT con criterios de sostenibilidad que incluya una moratoria sobre los planes de autovías y autopistas hasta completar su revisión. La tramitación en el primer año de legislatura de la Ley de Ahorro y Uso Eficiente de la Energía.
22. Calendario de cierre de centrales nucleares. La tramitación en le primer año de legislatura de la Ley de Energías Renovables y el compromiso de España de alcanzar el 30% de Energías Renovables para 2020.
Hacer más democrática la democracia
23. Por una democracia avanzada: reforma de la Ley electoral –un ciudadan@, un voto. Creación de la figura del Defensor del Elector.
24. Ley de democracia participativa y asociativa.
25. Código ético para la regeneración de la vida democrática y contra la corrupción. Suscrito por partidos políticos y organizaciones sociales, para articular los mecanismos que aseguren la transparencia, la participación y la pluralidad en las decisiones que se adopten en la actividad pública.
26- Reforma del Senado y su conversión en cámara territorial
27. Creación del Consejo General de la Comunicación y aprobación de Una Ley General Audiovisual que acabe con el caos normativo en este sector.
28. Reforma del sistema judicial y del sistema de elección de los Tribunales Constitucional y Supremo que responda a la realidad del estado autonómico.
Una política internacional para que nos quieran no para que nos teman
29. Retirada de las tropas españolas de Afganistán.
30. Denuncia y renegociación de los acuerdos de defensa con EE UU, recuperación de la soberanía de hecho, no solo de iure, sobre las bases de Morón y Rota.
31. Aumentar la contribución del presupuesto del estado hasta el 0,7% del PIB para la Ayuda Oficial al Desarrollo.
En fin, los y las que suscribimos este Manifiesto pensamos que la situación actual nos ofrece una oportunidad. No somos pesimistas, aunque sabemos de las dificultades del empeño. Por eso, con ambición e ilusión proponemos la convocatoria de un proceso constituyente en IU. Creemos que la próxima Asamblea debe iniciar ese proceso, debe elegir una dirección comprometida con ese empeño y debe favorecer un proceso de convergencia social, cultural y política que ofrezca a la sociedad una nueva Izquierda Unida.
Primeros firmantes
Gaspar Llamazares, Rosa Aguilar (Alcaldesa de Córdoba), Jesús Iglesias (Coordinador de Asturias y Portavoz Junta Principado), Laura González (Ex Consejera de Bienestar Social del Principado de Asturias), Noemí Martín (Diputada Junta del Principado de Asturias), David Abril (Coordinador de la Isla de Palma), Emylse Masa (Coordinadora de Palma de Mallorca), Fina Santiago (Consejera de Bienestar Social del Govern Balear), Eberhard Grosske (Concejal Ayuntamiento de Palma de Mallorca), Monserrat Muñoz (Presidencia IU), Inés Sabanés (Portavoz Asamblea de Madrid), José Masa (Alcalde Ayuntamiento Rivasvaciamadrid), Julio Setién (Alcalde de San Fernando de Henares), Fausto Fernández (Diputado Asamblea de Madrid), Luís Mari González (Sindicalista), Pedro Chaves (Presidencia IU), José Mª González (Coordinador de Castilla y León), Maite Martin (Coordinadora de Valladolid), Pedro A. Ríos (Presidencia IU), Javier Alcázar (Presidencia IU), Kechu Aramburu (Feminista y Filóloga), Encarna Páez (Alcaldesa de Villanueva de Tapia), Lola Linares (Concejala Ayuntamiento de Granada), Félix Taberna (Presidencia IU), José Miguel Ruin (Coordinador de Navara), Teresa Aranguren (Periodista, miembro del Consejo de Administración RTVE), Luís García Montero (Dirección Federal de IU), Javier Madrazo (Coordinador de Euskadi), Isabel López Aulestia (Presidencia de IU), Lois Uxia Tabeada (Dirección de Galicia), Almudena García (Coordinadora de A Coruña), Fran Baute (Dirección de IU), Ramón Trujillo (Tenerife), Mustafa Aberchan (Melilla), Juan Peña (Dirección Castilla y León), Agustín Maraver (Presidencia IU), Antonio Cortés (Presidencia IU), Marisa Bergaz ( Concejala Ayuntamiento Guaduassuar), Andrés Lozano (Profesor), Antonio Serrano (Portavoz adjunto Ayuntamiento Málaga), Andrés Ocaña ( Concejal Ayuntamiento Córdoba), Gorka Esparza (Coordinador de Salamanca), Antonio Manuel Carrasco ( Dirección Extremadura), Presentación Urán (Presidencia IU), David Chica (Economista)
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